Hoy voy a continuar hablando de Ilhabela.
En el post anterior hable de esta isla que esta comenzando ahora a ser explotada turisticamente pero que todavía conserva una zona prácticamente intacta a la que no es posible acceder por carretera. Los más deportistas pueden llegar allí en bicicleta, sin embargo hay varias agencias que organizan excursiones en jeep atravesando el bosque tropical, un paseo que merece la pena, sobretodo si el vehiculo tiene el techo descubierto ya que es permite descubrir la grandiosidad de la mata atlantica. El destino es Castelhanos, una playa tropical con forma de corazón.
En la playa hay una zona de restaurantes, en los que sirven marisco y pescaditos frescos. Tiene todo tan buena pinta, que anima a sentarse y tomar algo. Sin embargo, yo recomendaría invertir el tiempo en dar una vuelta, ya que alejandose cien metros de los chiringuitos, ya se puede disfrutar de una playa tranquila y sin gente. La vegetación llega hasta la misma arena, por lo que se puede extender la toalla bajo la sombra de los árboles. El agua está muy limpia y cuando el mar no está revuelto, se puede practicar esnorkel y ver la fauna marina. Ademas, el deporte de moda es el kitesurfing, por lo que es posible observar a los aficionados como vuelan sobre el mar. La habilidad que demuestran y el paisaje montañoso al fondo, hace que parezca estar viendo un reportaje de televisión. Por último, si continuamos el paseo por la playa, llegamos a un poblado de cuatro casas en el que sus habitantes subsisten al margen del mundo globalizado, viven de la pesca y los chiringuitos de la playa y no tienen cobertura de movil ni conexión a internet.
En un paraje tan natural, la arena debería ser blanca y fina, pero desgraciadamente no es asì porque permiten a los 4x4 circular por la playa. Algo muy desacertado ya que se estropea el entorno y es totalmente innecesario porque ya hay pistas habiltadas para poder circular.
En la playa hay una zona de restaurantes, en los que sirven marisco y pescaditos frescos. Tiene todo tan buena pinta, que anima a sentarse y tomar algo. Sin embargo, yo recomendaría invertir el tiempo en dar una vuelta, ya que alejandose cien metros de los chiringuitos, ya se puede disfrutar de una playa tranquila y sin gente. La vegetación llega hasta la misma arena, por lo que se puede extender la toalla bajo la sombra de los árboles. El agua está muy limpia y cuando el mar no está revuelto, se puede practicar esnorkel y ver la fauna marina. Ademas, el deporte de moda es el kitesurfing, por lo que es posible observar a los aficionados como vuelan sobre el mar. La habilidad que demuestran y el paisaje montañoso al fondo, hace que parezca estar viendo un reportaje de televisión. Por último, si continuamos el paseo por la playa, llegamos a un poblado de cuatro casas en el que sus habitantes subsisten al margen del mundo globalizado, viven de la pesca y los chiringuitos de la playa y no tienen cobertura de movil ni conexión a internet.
Conclusión, es una zona muy bonita que debería conservarse intacta. Si siguen adelante con los proyectos de construccion de accesos, carreteras, puentes, perderá el encanto y pasará a convertirse en una playa como cualquier otra.
Estoy muy contento de haber recomendado este tour y me doy cuenta de que se las arregló para capturar la belleza y la importancia de este paraíso en Brasil, Ilha Bela.
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